domingo, 7 de marzo de 2021

Mujeres que inspiran: heroínas de barrio

 Reivindicar el papel de la mujer en todos los campos, científico, artístico y literario es responsabilidad de todos.

Son muchas las campañas que en estos momentos tratan de rescatar del olvido algunas de estas mujeres brillantes ( #nomorematildas ) o de crear referentes para las nuevas generaciones ( #aquíestamos).Pero es importante rescatar a esa mujeres anónimas de nuestro entorno que también han allanado nuestro camino.

Yo siempre he tenido referentes en mi entorno familiar y educativo.  Si me detengo a pensar, uno de esos primeros referentes es mi abuela Nieves.

Ella llegó con diez años a nuestro pueblo desde Almansa,  para crecer con sus tíos que no tenían hijos.  Mis bisabuelos tenían seis hijos y por entonces esto era bastante común. En Alcantarilla, Murcia, pasó el resto de su juventud. 

Su tío era maestro y eso le permitió estudiar cuando no era muy común. Terminó el Bachillerato y se puso a trabajar a pesar de que su tía quería que siguiera estudiando. Ella quería ser independiente. Trabajando conoció a mi abuelo y ya no volvió nunca a Almansa, salvo para disfrutar de los veranos con sus hermanos.

Aunque mi abuelo no era partidario de que siguiera trabajando, se negó y ambos montaron un negocio ( lo que antiguamente era una droguería) con la que mantenían a su familia. Tuvieron tres hijas. 

Nunca dejó de trabajar. Le gustaba la Economía, hacer pequeñas inversiones en  tierras e inmuebles a pesar de que mi abuelo, más prudente, intentaba siempre frenarla. Hoy hubiera sido una gran agente de bolsa. 

Su espíritu de lucha la acompañó siempre. Quiso que sus hijas también fueran independientes y que no dependieran económicamente de nadie y era algo que a sus nietas siempre nos repetía.

La recuerdo siempre detrás del mostrador, trabajando: pesando los productos químicos que entonces se vendían a granel, charlando con los clientes o "haciendo la caja".

Mi abuelo enfermó de cáncer cuando aún eran jóvenes y en Murcia no le dieron ninguna esperanza. Entonces hicieron la maleta, cogieron un tren a Madrid sin conocer allí a nadie y dejaron a mi madre, con tan solo 16 años, a cargo del negocio familiar y de dos hermanas pequeñas. Otra luchadora incansable.

En Madrid consiguió que mi abuelo fuera atendido en uno de los mejores hospitales y lo ingresaran durante meses para superar su enfermedad, gracias a un encuentro de película en la estación con un hombre al que mis bisabuelos habían escondido durante la guerra. Juegos del destino.

Mi abuela se hospedó en una residencia de monjas y cada día iba al hospital y una vez a la semana intentaba hablar con mi madre para ayudarla y saber cómo iba todo. 

Le encantaba viajar, conocer mundo, pero no pudo hacerlo hasta que se jubiló, y para entonces mi abuelo ya había fallecido debido a un ictus.

Es una de las mujeres que más me ha influido, capaz de encontrar la fuerza para superar las situaciones difíciles y ayudando siempre a sus tres hijas y sus tres nietas mayores, todo un matriarcado.





 




No hay comentarios:

Publicar un comentario